CORRER CON ATENCIÓN PLENA
INTEGRACIÓN EN LA CARRERA
ANTES DE EMPEZAR
1 - Antes de salir a correr, ¿cómo te
sientes? ¿qué pasa por tu mente? Tómate un par de minutos y permite que tu
mente descanse antes de comenzar a correr. Respira y observa tu interior,
observa el lugar en el que te encuentras. Intégralo todo.
ESCANEA TU CUERPO
2 - Sigue observando tus sensaciones
corporales, Sólo observa si existen tensiones en alguna parte, escanea todo tu
cuerpo.
RESPIRA Y PREPÁRATE
3 - Inspira con naturalidad, profundamente,
por la nariz y espira por la boca varias veces, manteniéndote de pie inmóvil
antes de correr. Trata de “sentir los pies sobre la Tierra”.
EMPIEZA A CORRER OBSERVÁNDOTE
4 - Una vez te has puesto en marcha
corriendo, trata de mantener la consciencia de todo lo que te rodea. Pon
atención en tu cuerpo: ¿cómo lo sientes ahora que estás en movimiento? ¿cómo
responden tus músculos al movimiento? Date cuenta de cómo cambia tu
respiración. No hagas nada más que esto: permanecer consciente de estos cambios
tanto en tu cuerpo como en tu mente. ¿Es una sensación placentera esta carrera?
¿Aparece ansiedad por lo que has dejado de hacer, por el entrenamiento que
estás haciendo? ¿Está tu mente ocupada con los acontecimientos del día o
anticipando algo que has de hacer después? ¿O te sientes reconfortado por el
movimiento, por el ejercicio? Si es así, vuelve a dirigir tu mente de manera
amable a la acción, al movimiento.
OBSERVA DE NUEVO TU CUERPO SIN JUZGAR
5 - Mientras te adaptas a la carrera,
percibe el ritmo que has establecido. ¿Es
un ritmo cómodo? ¿Es el que has de llevar? ¿Cómo sientes tu cuerpo?
¿Equilibrado, al usar la misma cantidad de fuerza en ambas piernas? Observa -siempre
sin juzgar- qué partes están tensas, sólo siendo consciente de ellas. Resiste
la tentación de deshacerte de las tensiones. Sólo observa. Sin juzgar. Las
tensiones desaparecen solas, solo con ser
consciente de ellas.
EXTIENDE TU ATENCIÓN AL ENTORNO
6 - Si estás corriendo la “tirada larga” o
un rodaje por el exterior, extiende tu atención a todo lo que pasa a tu
alrededor: también sin juzgar, sin tomar parte en ello, poniendo tu consciencia
en todo lo que te vas encontrando. Procura no perderte en tus propios
pensamientos. No corras mecánicamente. Solo interésate por lo que sucede a tu
paso.
APRENDE DE TU PROPIA MENTE
7 - Es muy probable que ocurra que, estando
más presente y más consciente, te des más cuenta de tus hábitos mentales.
¿Tienes tendencia a ser duro o amable contigo mismo? ¿Dónde va tu mente de
manera instintiva o mecánica? ¿Va hacia tu interior, tus pensamientos,
preocupaciones, temores, expectativas? ¿Va hacia las sensaciones de tu propio
cuerpo? ¿Hacia el exterior? ¿Sientes confianza en ti mismo? De todo lo que
percibes, todo de lo que empiezas a darte cuenta, solo lo anotas, solo eres
consciente, no lo juzgas ni como bueno ni como malo. No te “enganchas” a ello.
También puede que empieces a darte cuenta de cuándo y cómo tu cuerpo empieza a
responder al entrenamiento, a segregar endorfinas, a sentirte fuerte, casi como
invencible y pudieses correr indefinidamente.
TOMA CONSCIENCIA DE TUS SENSACIONES
8 - Comienza a ser más consciente de todas
tus sensaciones: de las que calificas como “agradables” o como “desagradables”.
Pero, estas últimas, usadas correctamente, pueden tener un efecto positivo. No
trates de “separarte” del malestar físico, sea lo que sea. Mira lo que ocurre
cuando pones tu atención en esas sensaciones. No trates ese malestar o dolor
como algo “separado” o parte de ti, sino como una simple y directa experiencia
de “dolor” o “malestar”. Nada más.
TOMA CONSCIENCIA DE TUS MOLESTIAS
9 - La fatiga, la falta de aliento, el
dolor en los muslos o las piernas, todo puede usarse como objeto de
concentración y atención plena en tu carrera. La primera vez que sientes dolor,
la reacción instintiva es la de resistirte y desear desembarazarte, de alejarte
de él, empezando una batalla por superarlo, ignorarlo o suprimirlo de alguna
manera. Es obvio que necesitas ser muy consciente de tus propias capacidades
físicas y has de respetar tu cuerpo, haciendo lo más apropiado cuando sea
necesario. Sin embargo, si sientes que puedes seguir sin lesionarte, sin
acarrearte un daño grave, entonces sigue moviéndote en un punto cercano a la
molestia, como si te estuvieses hundiendo en esa sensación, experimentándola de
un modo muy directo. Te puede parecer contradictorio al principio, una locura,
pero tiene un sentido. Al poner tu atención en ella, sintiéndola plenamente, se
produce un cambio sorprendente: se alivia.
OBSERVA
TU CUERPO EN MOVIMIENTO
10 - Cuando estás entrenando, concéntrate
en la biomecánica y el proceso de tu carrera: las sensaciones de los apoyos de
tus pies en el suelo, el ritmo de tus pies. La cadencia, esa sensación rítmica
de tus pies al correr, llega a ser muy relajante, un punto de concentración muy
estable.
ALIGERA TUS TENSIONES
11 - Sea cual sea tu objeto de
concentración, trata de correr con una mente de ligereza, de suavidad, sin
castigarte en exceso y con una actitud relajada hacia el ejercicio. Por duro que
sea el esfuerzo. Obsérvalo. Por extraño que pueda parecer, muchas veces, cuando
más te esfuerzas en algo, más lo endureces y, consecuentemente, más ralentizas
tu velocidad. Podrías hacer de esto el punto central de tu entrenamiento, de tu
carrera, simplemente siendo consciente de la cantidad de esfuerzo que empleas.
Date cuenta de cómo afecta a tu ritmo.
MÁRCATE TUS “PEQUEÑOS GRANDES LOGROS”
12 - Tanto si se trata de un rodaje
habitual como de otro tipo de carrera larga, hay quien prefiere dividirlo en secciones:
por kilómetros, calles o lugares. Algo muy frecuente es dividir la carrera en
grupos de zancadas (10, 20, 100… ), o respiraciones, lo que ayuda a no dejar
vagar la mente y traerla de nuevo al objeto de nuestra atención. Obviamente,
cuánto más larga es la carrera, más difícil se vuelve seguir estas pautas y
tendremos que marcarnos otros puntos de comprobación de manera regular, para
comprobar si estamos presentes en la carrera. ¡Felicítate por la práctica
interna y el entrenamiento!