jueves, 15 de marzo de 2018

CORRE COMO UN GUERRERO. 2. El adiestramiento del león.


EL ADIESTRAMIENTO DEL LEÓN


1.  La dulzura de la virtud o la serena satisfación.
2. Conciencia panorámica.
3. Buena salud.
4. Cómo lidiar con el dolor.
5. Correr y meditar para renovarse.
6. Felicidad.
7. Orgullo.
8. Contemplación del león: la buena fortuna.


1. La dulzura de la virtud o la serena satisfacción

  •  Entramos ahora en la segunda fase del adiestramiento del guerrero de Shambhala, siguiendo las enseñanzas de Sakyong Mipham, la etapa del león, donde nos revelamos ya como corredores competentes y disfrutamos más de nuestra carrera. El esfuerzo que hemos hecho para llegar hasta aquí hace que nuestra mente se sienta vital y curiosa. Recorremos distancias ahora que antes nos parecían inalcanzables.
  • El símbolo de esta etapa es el león tibetano de las nieves: una criatura de pelaje blanco y melena turquesa que representa el deleite, la disciplina y el buen augurio que, tradicionalmente, aparece sosteniendo en sus garras pequeñas bolas cilíndricas que simbolizan la dicha y el poder de la mente, como la virtud que se adquiere con el esfuerzo.
  • En esta fase del león disfrutamos del resultado de nuestro esfuerzo anterior. Le sacamos partido a la dedicación previa de nuestro entrenamiento y nos reconocemos nuestro logro. Lo que antes nos requería mucho esfuerzo y concentración, ahora nos es más fácil, más fluido y natural. En la meditación sucede cuando deja de ser una práctica mecánica. Es el resultado de nuestra disciplina y, por ello, podemos mantener la atención en la respiración durante más tiempo, con menos distracciones. Esta es una etapa tan serena como dichosa, debido a la mayor estabilidad.
  • Estos logros nos llevan a incrementar la autoconfianza en nuestras inherentes buenas cualidades. Vamos a correr sin reloj, sin intentar calcular ritmos ni distancias, sin corregir constantemente la postura. Por el contrario, disfrutamos de la sensación de estar vivos, sanos, en buena forma y satisfechos del resultado de nuestra disciplina, una vez establecida nuestra base. Nuestro sistema cardiovascular, musculoesquelético y nuestra mente ya se han acostumbrado a correr. Ahora, la alegría, la satisfación de correr es mucho más constante también. No luchamos contra nosotros mismos, nos sentimos más contentos, en paz, felices. Esa es nuestra sensación general.
 
Ramón Sobrino (Cross Enguera, 1973).

2. Conciencia panorámica

  • Correr se convierte ahora en una celebración de la vida. Nos entrenamos en este momento para desarrollar un nivel de conciencia panorámica, ampliando nuestra perspectiva mental, para comprender más, para ver nuestra experiencia desde distintas perspectivas, siendo más flexibles. Podemos captar lo que otras personas piensan y sienten, porque somos más receptivos a los demás. Nos encontramos socialmente más abiertos, a la vez que más relajados. Llegamos a casa más contentos, después de correr.
  • En esta ampliación de perspectiva, nuestra atención incluye y conecta más con el entorno. Nos sentimos sanos tanto físicamente como mentalmente. No se trata de una experiencia espectacular, sino de algo muy natural: se trata de un sentimiento de integración con todo lo que nos rodea, con el paisaje, sea en la montaña, la playa, la ciudad, los jardines... tanto si hace calor, como si hace frío o llueve; con los sonidos, con los olores, con todo tipo de sensaciones. Todo sin apego, sencillamente abiertos a la experiencia conforme ocurre. Tal y como hacemos en la meditación de la respiración: sencillamente reconocemos y soltamos; nada más.
  • Con la misma conciencia panorámica, también sentimos de una manera integral y conjunta nuestro "entorno interno": nuestro ritmo, latidos, respiración, cadencia y pisada de nuestros pies... No luchamos por centrarnos en la forma en la que corremos, ni con nuestras emociones. Nos sentimos en armonía. "No somos corredores devorando kilómetros, sino criaturas vivas corriendo por la tierra." (Como nombro mi blog: esta es la experiencia de CORRER SINTIENDO LA TIERRA).
  • El león de las nieves, por tanto, simboliza nuestra conexión con el entorno. Por eso, nos sentimos vivos, respiramos en él, conectando con nuestro planeta, conectando con la Tierra. Lo que nos indica Sakyong Mipham es que "debemos prestar atención a esta conciencia y familiarizarnos con ella". Al igual que en la meditación. La palabra original sánscrita para "meditación" significa precisamente esto: familiarizarse, habituarse, acostumbrarse. En esta fase, familiarizarse con esta consciencia panorámica abierta al entorno externo y al interno, siendo más conscientes de todo.
  • "Así es como el león baila en las praderas alpinas, retozando entre picos y valles, con conciencia panorámica." 
 
3. Buena salud
  •  La lección del león de las nieves es el principio de la "salud fundamental" entendido como el estado natural primordial, siendo la enfermedad solo temporal, ocasional. Lo que vendría a ser un concepto asimilable a homeostasis: "conjunto de fenómenos de autorregulación que llevan al mantenimiento de la constancia en las propiedades y la composición del medio interno de un organismo". (Concepto elaborado por el fisiólogo estadounidense Walter Bradford Cannon, 1871–1945).
  • Un buen consejo en este aspecto es que consideremos ese estado básicamente sano, sobretodo cuando tenemos alguna tendencia a pensar que no estamos en forma, o que la hemos perdido en algún momento, o nos acuden a la cabeza pensamientos negativos que influyen en nuestro ánimo. Al contrario: hemos de considerar que nuestra buena salud es innata, reconocerlo.
  • "La manera en que te sientes depende por completo de los pensamientos que se generan en tu mente. Puedes percatarte del poder de los pensamientos, y en particular y más importante, observar el poder de la emergencia de ciertos pensamientos y de la ausencia de otros." (Sakyong Mipham)
  • "La mente puede formarse, entrenarse. Es posible trabajarla y desarrollarla. Los meditadores han descubierto que la mente incluso disfruta siendo desarrollada y entrenada, siempre que encuentre el tutor adecuado. Al igual que sucede con el cuerpo, los efectos de la manera en que se trata a la mente se sienten de inmediato." (S. M.)
  • "La tradición meditativa reconoce el hecho de quer la vida es impermanente, insegura e inestable. (...) Pero podemos echar mano de cierta salud y estabilidad internas al relacionarnos con nuestra mente. Resumiendo, es eso precisamente de lo que se trata en la meditación: crear un entorno personal e independiente en el que desarrollar salud y felicidad para la mente. Ahí es donde entra en escena la disciplina del león." (S. M.)
  • El punto principal aquí es que conservemos esa disciplina de recordar nuestra salud fundamental; que nos relajemos y que disfrutemos de cualquier actividad que emprendamos. Lo que no significa que no podamos mejorar y que nos olvidemos de ello. La sensación de estar sano y sentirnos fuertes también nos proporciona la capacidad de identificar cuáles son nuestras debilidades y trabajar en ellas. Lo que ocurre es que lo hacemos desde la posición de fortaleza del león.
 
 4. Cómo lidiar con el dolor
  •  Ocurre a menudo que cuando oimos a gente que habla de que no le gusta correr, en realidad, lo que nos quieren decir es que lo que no les gusta es el dolor. "Correr es un deporte que va siempre acompañado de dolor; por eso nos da carácter." (...) "La relación con el dolor nos hace más intrépidos y felices", pero "el león lidia con el dolor alegremente. Eso no significa suprimirlo: existe un equilibrio apropiado. Trabajaremos con ese equilibrio durante el resto de nuestras vidas. Si no dejamos de quejarnos acerca de cómo nos sentimos y qué tipo de dolor nos aqueja, la gente acabará evitándonos. Pero claro, si estamos enfermos, está bien hacérselo saber a los demás. De otro modo, es más conveniente guardarse el dolor para uno mismo." (S. M.)
  • Además, "ignorar el dolor requiere de un enorme esfuerzo mental. El primer paso es reconocer su existencia. El dolor es una cosa, y la reacción de la mente ante el mismo es otra, así que el segundo paso sería no exagerar. Asustarse a causa del dolor solo lo aumenta, como echar gasolina a una hoguera: nuestra reacción frente al dolor solo lo empeora. Así pues, reconocemos el dolor, pero evitamos dar una respuesta reactiva inmediata." (S. M.)
  • Por un lado, tengamos en cuenta que la consciencia es neutra y absorbe todo lo que experimenta: felicidad o infelicidad, salud o dolor. El bienestar de nuestra consciencia es también nuestra responsabilidad. Depende de a qué la acostumbremos. Y, por otro lado, tanto dolor como enfermedad son señales de realidad, claras de que algo se ha desequilibrado. Por tanto, aceptar la responsabilidad consiste en no echar la culpa al dolor o a otra cosa. Tampoco consiste en sentirnos culpables, ni en autoreprendernos. "La culpabilidad combinada con el dolor solo infecta el dolor con negatividad." (S. M.) "Si el dolor y la infelicidad nos agobian, solemos reaccionar de manera infantil: objetivamos el dolor. En cuanto empezamos a acusar al dolor, este se convierte en nuestro enemigo. Enfadarnos no nos ayuda a crecer a partir de la experiencia. En lugar de ello, podríamos reconocer nuestras acciones y rectificarlas. Eso nos permite utilizar el dolor para apoyar nuestro propio desarrollo e integridad. Reconocer que algo está fuera de lugar es señal de madurez. reconocer que el dolor es una oportunidad para crecer nos ofrece el poder de ver cómo corregir el desequilibrio y seguir adelante, aceptando el dolor como compañero de viaje. Entonces consideramos el dolor como una oportunidad." (S. M.)
  • "De igual manera, en la meditación experimentamos dolor físico, así como dolor procedente de pensamientos y emociones, pero no podemos permitir que ese sufrimiento acabe gobernando nuestra mente por completo. Si lo permitimos, el dolor saboteará cualquier beneficio que pudiéramos obtener de nuestra práctica, y toda la sesión se convertirá en una meditación sobre nuestro sufrimiento." (S. M.)
  • "Es muy útil considerar las experiencias de dolor como incentivo para relacionarnos con los demás. Todo el mundo sufre. Cuando nuestro propio dolor sirve como recordatorio de esta verdad, lo podemos utilizar como fuente de genuina compasión. El león sabe que bajo el dolor subyace una salud y una bondad fundamentales. Puedes fomentar esta actitud, incluso cuando duela, dirigiendo la mente hacia su luminosidad natural y generando compasión hacia los demás." (Sakyong Mipham).


5. Correr y meditar para renovarse
  •  Como movimiento biomecánico, correr es básicamente bastante sencillo. Meditar en la respiración también lo es. Ambas cosas nos acercan a estar presentes, momento a momento. Por ejemplo, meditar al final de un largo día nos puede llevar a un estado de ligereza, frescura, recuperación y alegría. Nos despeja la mente de fantasías y preocupaciones.
  • "La mente funciona de forma dualista. Se nos ocurre una imagen -un proyecto de trabajo o problemas de pareja- y respondemos a esa imagen. Tal vez nuestra respuesta sea sentirnos culpables. Si albergamos fantasías, pudiéramos sentir deseo. O quizá veamos una piedra y, confundiéndola con un perro, sintamos temor. La mente está constantemente reaccionando -y asociándose- a esos pensamientos e imágenes. Por eso nos sentimos cansados, extenuados o irritados. Prestando atención a la respiración y estando presentes, la mente tiene espacio para relajarse." (S. M.)
  • Primero necesitamos ir soltando las preocupaciones y los problemas más pesados, para ir aligerándonos y descargar, poco a poco, otros más ligeros. Pero, si lo que hacemos, tras correr y ducharnos, es llegar a casa y situarnos frente a la TV viendo noticias, tragedias y desastres de los que no tenemos ninguna capacidad de resolver, y los añadimos a los que aún no hemos "soltado"... sobrecargamos la mente de tal manera que no le damos ningún descanso, sino todo lo contrario. Es fácil ver cómo sobreviene el estrés. Como también es fácil comprender que, para algunas personas, esta actitud ante la TV, les sirve de distracción de sus propios problemas no resueltos. "Según la tradición meditativa, las imágenes visuales negativas que vemos y las emociones asociadas penetran profundamente en nuestra consciencia." (S. M.)
  • "En la tradición meditativa se dice que existen ocho niveles de consciencia. Los cinco primeros están asociados a los cinco sentidos. La sexta consciencia es la mental, la consciencia pensante, que alberga sueños y recuerdos. La séptima consciencia es la emocional. Luego está la octava consciencia, que es la consciencia de base que incluye a todas las demás. Se dice que la octava consciencia es donde se almacenan las imágenes y acciones. En Occidente se suele hacer referencia a esta consciencia como el subconsciente."
  • "Cuanto más vivimos, más imágenes recopilamos, tanto positivas como negativas. Esas imágenes no siempre ocupan el primer plano, sino que anidan en el transfondo de nuestra mente. Pero cuando acumulamos muchas imágenes, sobre todo negativas, aparecen en la mente como pensamientos fastidiosos, causando estragos en el sueño y en las relaciones. Como la mente es neutral y se adapta a su entorno, nos acostumbramos a esta experiencia, que es como acostumbrarse a la porquería y el desorden en una casa descuidada. La norma pasa a ser una sensación de agotamiento e irritación, y al cabo de un tiempo, nos es imposible imaginar poder sentirnos de manera distinta. Nos limitamos a asumir que nadie es feliz porque nosotros no lo somos."
  • "Utilizamos la meditación como un proceso de limpieza: el momento del día en que hacemos nuestra colada mental. Tras hacer la colada, nos sentimos frescos y animados. Por ello, tras una larga jornada, destina diez, veinte o treinta minutos a meditar. Al sentarte ahí, siguiendo la respiración con la mente en lugar de ocuparla con preocupaciones, estás desarrollando la capacidad de aliviar el estrés y fortalecer la mente. Luego intenta aplicar esa habilidad a correr, situando la mente en el entorno en lugar de tu proceso de pensamiento."
  • "Así es como se les proporciona a la mente y al cuerpo un paréntesis relajante y rejuvenecedor. Permíteles descubrir su inteligencia y bienestar innatos." Aún unos pocos minutos de paréntesis son un enorme alivio para la mente, una descarga saludable. Sakyong Mipham nos señala además que "al descansar en esa fortaleza, te estás volviendo más abierto y amable." Como también que "gracias a la disciplina de estar presente en tu carrera estás purificando la mente, permitiendo que brillen sus cualidades naturales." 
 
6. Felicidad

  • En esta fase del león, hay que familiarizarse y acostumbrarse a la felicidad, a la satisfacción. No hay que sentirse culpable por ello, por disfrutar. Tampoco temer que esta dicha vaya a desaparecer. Lo que debemos hacer es confiar en su naturalidad. "Con el deleite del león de las nieves, sentimos simplemente la salud natural de la mente. Nos daremos cuenta de cuándo nos estemos apegando demasiado a esta felicidad, porque se transformará en deseo y obsesión." Es algo de lo que nos damos perfecta cuenta siendo corredores más experimentados: de dónde está ese punto en que la satisfacción natural puede desvirtuarse en un impulso y deseo obsesivo sin fin.
  • "El secreto de una felicidad a largo plazo es dedicarse mental y físicamente a actividades saludables." La felicidad física procede de un buen movimiento, una buena postura, de beber y alimentarse sanamente. La infelicidad física viene del sedentarismo y la escasez de movimiento adecuado, malas posturas, mala alimentación, mala hidratación, mala oxigenación... La felicidad mental procede de involucrarse en actividades y emociones mentalmente saludables. La insatisfacción y la infelicidad mental proceden del egocentrismo, la ira, el orgullo, las emociones alteradas y extremas, excesivas, como también del pensamiento discursivo obsesivo.
  • En la fase del león, la felicidad que experimentamos no viene de la nada. Es el resultado de una disciplina tanto física como mental. Así que, podemos ir concluyendo que, la felicidad no es un objetivo, sino un resultado que procede de nuestras  actividades saludables, tanto físicas como mentales. Dice Sakyong Mipham: "he aprendido que la mejor manera de ser feliz no es convertir la felicidad en tu objetivo. Si anhelas la felicidad personal, esta se tornará más esquiva. De hecho, convertir la felicidad en tu objetivo personal es ir de cabeza hacia la infelicidad, porque te centras en el "mí". Uno de mis dichos favoritos es: "Si quieres ser desdichado, piensa en ti mismo. Si quieres ser feliz, piensa en los demás". Cuando una se obsesiona consigo mismo, lo que a "mí" me hace feliz, no dura mucho." Correr o meditar, aunque sean veinte o treinta minutos, produce felicidad y vitalidad. Cuanto más entendamos esto, más lo practicaremos. Descubriremos igualmente que esta disciplina nos es muy útil, porque, lejos de esclavizarnos, nos aporta alegría y vitalidad, ayudándonos a cultivar aquellas actividades que nos convienen y a descartar aquellas que no nos aportan nada positivo.
 
7. Orgullo

  • En esta fase meditativa del león de las nieves, sentimos una alegría que viene, en parte, de la ausencia de centrarnos en el ego. Puesto que, practicando atención plena (o mindfulness) y consciencia, hemos soltado parte de nuestro equipaje, hemos aligerado la carga de preocupaciones, temores, proyecciones y fantasías. Podemos pensar con mayor claridad, podemos correr más deprisa y más distancia.
  • Siendo mucho más ligeros, nos sentimos orgullosos de estar en buena forma y hasta nos podríamos manifestar arrogantes... "Esa es la posible caída en la etapa del león." (S. M.)
  • "La tradición budista identifica cinco tipos de orgullo. El primero, el de la posición social. El siguiente, de la riqueza. El tercero, el intelectual. El cuarto, de los triunfos, la juventud, la belleza. El quinto, el "orgullo que resulta de pensar que careces de orgullo".
  • "El orgullo es sentirse henchido a causa de una valoración inexacta de nosotros mismos: nos hemos sobrevalorado. (...) Se dice que con la adquisición de orgullo quedan anuladas el resto de las virtudes, como delicadeza y disciplina. Estar pagado de uno mismo no deja espacio para las buenas cualidades que tanto nos hemos esforzado en desarrollar. El orgullo resulta obviamente molesto para las personas que nos rodean porque nos ciegan respecto a sus virtudes. También puede resultar bastante peligroso para nosotros porque nos prepara para la ruina." (S. M.)
  • "El orgullo puede no manifestarse totalmente. Nos sentimos en buena forma, así que no necesitamos entrenar tanto. Consideramos que las carreras menos difíciles no están a nuestra altura. Nuestro orgullo nos engaña haciendo que demos por sentada nuestra buena forma. En cuanto esto sucede, el estar en forma deja de serlo. Así que el antídoto más obvio frente al orgullo es la humildad. El león utiliza humildad para mantener firmemente los pies en el suelo, teniendo menos posibilidades de tropezar o caer." (S. M.)
  • El humor es una buena manera de mantener el orgullo bajo control. El humor indica apertura, que tenemos una actitud flexible. Correr y meditar de manera regular nos conduce a un sano estado de apertura. Siempre que sintamos que nos estamos aferrando, que sentimos apego por nuestros logros... más nos vale que lo aderecemos con algo de humor. "Poder reírse -sobre todo de uno miso- es una herramienta de supervivencia en la vida."
  • "En tibetano, el orgullo es ngagyal, que puede traducirse como "soy genial". Es distinto de "me siento genial", que está más relacionado con la confianza. La confianza es una consecuencia de las cualidades positivas, mientras que el orgullo lo es de las negativas. POr eso, en la fase del león, es importante disfrutar de lo que hemos alcanzado, pero debemos dejar nuestros egos en la puerta." (Sakyong Mipham).
 
8. Contemplación del león: la buena fortuna

  • En esta fase del león, pase lo que pase, nos encontremos en una buena o mala época, reconocemos antes que nada todo lo provechoso que hemos conseguido, lo afortunados y agradecidos que nos sentimos por ello. "Apreciar lo que somos y lo que tenemos da energía a nuestra vitalidad, fortaleza y propósito. Pensar en lo que no tenemos nos conduce a la negatividad y a la desperación." Contemplar todo lo positivo de lo que disfrutamos.
  • Esta contemplación sobre nuestra buena fortuna, cómo nos sentimos de sanos íntegramente (cuerpo y mente), nos causa una dicha especial. Además, nos hace valorar el tiempo del que disponemos y queremos aprovecharlo de la mejor manera, tulizando nuestra vida más sabiamente. Y, sintiéndonos de esta manera, lo que deseamos es encaminar nuestras acciones positivamente, abandonando malos hábitos que nos enganchaban al sufrimiento inútil. No queremos malgastar energía. Tampoco nos compadecemos de los errores del pasado. En nuestro interior se desarrolla un profundo aprecio, con el que nos familiarizamos y que pasa a formar parte de nuestro carácter.
  • Nos sentimos muy afortunados por sentirnos vivos, sanos, fuertes, por poder correr, estar al aire libre, recorrer grandes distancias y desniveles, superar grandes obstáculos. Trasladamos todo este agradecimiento , este aprecio, a todos los entidos de nuestra vida.