miércoles, 1 de agosto de 2018

CORRE COMO UN GUERRERO. El caballo del viento.


Lung·ta: el caballo del viento


  1. Comunicar.
  2. Lung·ta: el caballo del viento.
  3. Nuestra naturaleza fundamental.


1. Comunicar

  • Con la confianza que nos ofrece correr con amigos y conocidos, espontáneamente, comentamos y comunicamos a menudo nuestros estados de ánimo antes, durante y después de la carrera. Un momento en que nos relajamos y podemos intercambiar cuestiones tanto importantes como circunstanciales, pero que nos hacen sentir unidos en el mismo objetivo. La conversación transforma el correr, pasando de ser un deporte individual a otro más gregario, comunitario. Este nos hace más receptivos también: intercambiamos ideas, pensamientos, sentimientos, que fluyen con libertad. De hecho, puede ocurrir que, utilizada adecuadamente, esta conversación puede ayudarnos y estimularnos, puede que comprendamos cuestiones que resultaban algo impenetrables hasta entonces.
  • La comunicación real con otras personas transformará nuestras conversaciones, que pasarán de decir cualquier cosa que se nos pasa por la cabeza, a un arte: un fluir armonioso de nuestro interior en intercambio con nuestros compañeros y compañeras.
  • No es algo que tenga suceder necesariamente porque, a veces, no hacen falta demasiadas palabras para entendernos, para comunicarnos con esta facilidad y naturalidad. De hecho, se intercalan silencios muy apropiados, en estas ocasiones, y sabemos espontáneamente también interpretarlos de la manera adecuada. La sensibilidad y la percepción están despiertas y son inteligentes para conocerlos, creando tanto espacios como vínculos de amistad y empatía.





2. Lung·ta: el caballo del viento

  • El correr se ha convertido en una actividad más que gratificante: nos desborda de energía y nos volvamos a mostrarla, entregándonos a los demás con total espontaneidad también, deseando comunicar y contagiar un nuevo espíritu, un fresco y renovado ánimo saludable y vital. Esta es una consecuencia natural. Estamos en mejor forma de lo que podíamos imaginar, tenemos una gran confianza en nosotros mismos, en nuestra potencialidad, y deseamos compartirlo todo deseando que que haya mucha gente que se beneficie de ello, desde los familiares y más cercanos, hasta los conocidos y compañeros de trabajo y vecinos. Este entusiasmo lo llevamos muchas veces a la práctica con actividades y carreras que conocemos solidarias, benéficas, altruistas, con ánimo de recaudar fondos honestamente por una buena causa.
  • Esta es una forma de conectar con la naturaleza saludable y positiva de la humanidad, creando fuertes lazos de empatía. Descubrimos aquí cualidades humanas en muchas personas que nos eran lejanas, desconocidas, ahora como comunes, unidas en la misma carrera. Una bondad inherente en el corazón de la humanidad, incluso cuando suceden cosas terribles.
  • "Corriendo y meditando nos convertimos en mejores ciudadanos del mundo. Nuestra estima, disciplina y energía beneficia a un círculo mucho más amplio." Nos hemos tomado esta responsabilidad para con los demás, también, sin que nadie ni nada nos haya obligado. Lo hacemos de manera natural.
  • "Estas cualidades son el combustible para el caballo del viento, la esencia de la fase final del aprendizaje del "guerrero corredor". "La palabra tibetana es lung·taLung quiere decir "viento", y ta "caballo". El caballo del viento es la energía vital que surge de manera natural cuando nos formamos en el camino del tigre, el león, el garuda y el dragón. El viento representa el despertar completo de la mente humana. El caballo representa la oportunidad, éxito y rapidez." Aparece dibujado en las banderas de oración (llamadas comúnmente de la misma forma: lungta), ondeando al viento, siempre en lugares altos, con el deseo de expandir universalmente esta energía de servir de beneficio a todos los seres. El caballo suele ilustrarse con una joya ardiente en su lomo, conocida como la "joya que concede todos los deseos", lo que simboliza y representa la mente iluminada capaz de cualquier cosa, la fuente de la felicidad y del gozo que significa ser de beneficio a los demás.
  • Por tanto, esta última fase del adiestramiento consiste en tomar la decisión y trabajar en ser de beneficio real para los demás, para la sociedad. Un espíritu de quien corre y comparte con el mundo que le rodea.
  • Quienes corren suelen ser gente optimista. Y ese optimismo es lo que muchos otros necesitan. Mucha gente que se ha dado por vencida por la agresividad y el pesimismo, al menos tendrá otro punto de vista en el que mirar y quizá apoyarse, quizá despertando a un ánimo nuevo y fortalecedor. Ningún corredor menosprecia el valor del esfuerzo, la disciplina y la dedicación honesta y humilde de su entrenamiento. Sabe lo que cuesta. Sabe apreciarlo. Se satisface en los logros y conoce, primero con sencillos éxitos y, más adelante, con la experiencia que da la continuidad en el tiempo, la satisfacción de logros mayores. Además, todo aquello que hace en pro del deporte, en beneficio de muchos, en actividades solidarias... todo ello forma parte de esta energía del caballo del viento, con una nueva y fuerte consciencia colectiva en la que, de manera natural, sabe también que es aquello que más beneficia. Esta consciencia colectiva con esta gran energía es precisamente lo que necesitamos, por todos los medios, la humanidad entera, a escala planetaria, más que nunca: la energía del caballo del viento.
  • Todos estamos dotados para esta energía. Todos tenemos algo que ofrecer. Todo lo que hacemos importa, por insignificante que pueda parecer. La cuestión es el optimismo, la confianza y el compromiso. De esta manera, toda nuestra actividad ya no es "meramente deportiva" sino que es una actividad que nos inunda de satisfacciones, tanto a nivel personal como comunitario, aportándonos alegría desbordante. Todos salimos ganando.


3. Nuestra naturaleza fundamental

  • Una de las grandes máximas de las enseñanzas tradicionales en meditación es que nuestra naturaleza fundamental, nuestra naturaleza básica, ya es perfecta, sin nacimiento, desde siempre... pero que necesitamos "un ligero ajuste". Este ajuste, en realidad, significa un gran cambio en nuestra manera de percibirnos, puesto que lo que quiere decir es que bajo capas y capas de condicionamientos y engaños de la mente, como de una cebolla que vamos abriendo, finalmente, se encuentra nuestra naturaleza inmaculada, no nacida y pura de nuestra verdadera mente, no de la convencional y condicionada sino de nuestra esencia.
  • En esa naturaleza fundamental encontramos también nuestra bondad básica, lo que somos, íntegros y completos. Una bondad en la que conectamos fácilmente, de manera espontánea, cuando nos reconocemos en esta carrera común. Una sensación muy potente, que podemos percibir en nosotros y otros. Algo que sentimos como sanador, enérgico y saludable. Esto nos ayuda mucho a no separar nuestra vida cotidiana, nuestras cosas corrientes de todos los días, con profundos sentimientos y vivencias íntimas, espirituales, (antes que religiosas o experiencias extravagantes o estrambóticas).
  • Podemos correr con esta mente, con este gozo fundamentalmente gratificante y beneficioso. Cuando corremos así, corremos mejor, es posible que más rápido, pero sobretodo haciéndonos sentir mejor. Esta naturaleza, esta bondad básica es precisamente la joya que concede todos los deseos.

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