jueves, 12 de mayo de 2016

Estrategias para correr con la mente de la "atención plena" (3)

ENTRENAR (TAMBIÉN) LA MENTE


CONSTRUIR UNA BASE


Un viaje de 10.000 km empieza con el primer paso.

¿Somos lo que pensamos que somos?



1. Cuando empezamos a correr, al mismo tiempo, iniciamos la construcción de una base: una preparación gradual para la carrera, poniéndonos objetivos asequibles y que nos sirvan de motivación, que nos animen a logarlos. Puede que sean 5 km o media hora de carrera continua, o puede que más. Hemos de crear esa base, que es psicofisiológica (cuerpo y mente), para conducir nuestro impulso mediante el entrenamiento, tanto en grupo como en solitario. Una motivación que mantenemos con disciplina, constancia, paciencia y recompensas. (Por supuesto, me refiero antes que nada al llamado corredor popular).



2. Pero, ¿cómo conseguimos esa base?
Mi propuesta es la siguiente: con técnicas y estrategias de disminución del estrés y la presión competitiva; disfrutando y aprendiendo a disfrutar aún más del entrenamiento, de los pequeños logros acumulativos; combatiendo y despejando dudas y temores; consultando tanto a corredores y corredoras con más experiencia, como a los entrenadores; proponiéndonos objetivos realistas, a nuestro alcance, dándonos todo el tiempo que nos haga falta hasta llegar a ellos; tomando nota de nuestras sensaciones y estados de ánimo junto al entrenamiento físico, o incluso llevando un diario o bloc (en papel o digital), como en las redes sociales o páginas web. 


3. Correr lo suficiente como para cimentar esta base, supone una adaptación músculo-esquelética, tonificar nuestro cuerpo de tal manera que se acostumbre a la carrera, necesariamente durante un tiempo prolongado. Se habla muchas veces de dos años. Lo cierto es que en apenas los dos o tres meses iniciales se aprecian cambios considerables en el sistema cardiorrespiratorio y en la fibra roja muscular. Pero mucho más tiempo tardan en adaptarse las fibras tendinosas y ligamentos. Y hasta el año o los dos años, los huesos.
La fortaleza física que vamos adquiriendo tiene una correlación interna en los sentimientos de fortaleza, poder, salud y plenitud. Son cambios también graduales, producto del acondicionamiento a la carrera. Pero, para que la mente también esté en forma, nos hemos de ocupar de ella. Como cuando estamos aprendiendo a conducir, primero el esfuerzo parece sobrepasarnos por querer controlarlo todo, hasta que, más tarde, llegamos a sujetar el volante, cambiar de marchas y poder hacer varias cosas a la vez relajadamente, mecánicamente y sin tanta tensión. Por tanto, creando esta base también para nuestra mente, hemos de ejercitarla de modo que se libere la tensión innecesaria y se prepare para el esfuerzo, creando hábitos nuevos.

UN PEQUEÑO DECÁLOGO PARA CONSTRUIR UNA BASE INTERNA

1. ¿Somos lo que pensamos que somos? Quizá lo que ocurre es que no nos hemos dado cuenta hasta ahora que somos los creadores de nuestra propia realidad. No se trata tanto del mundo exterior como de nuestra percepción e interpretación de lo que ocurre. Como seres humanos que somos, tenemos también la capacidad única de imaginar las cosas como queremos que sean.
   "Para que algo pase, yo tengo que hacer que pase." (Adam Smith)

2. Los lóbulos frontales de nuestro cerebro nos dan la capacidad de proyectar imágenes visuales y auditivas de lo que deseamos que ocurra en el futuro. Creamos expectativas. El estado mental crea la realidad del cuerpo.

3. Adquiriendo destreza en la proyección, creemos en nosotros mismos, en nuestra capacidad y naturaleza. La frecuencia con la que lo hacemos es "nuestro lugar de control" interno. Nos decimos entonces: "si tantos lo han conseguido, seguro que yo también puedo hacerlo".

4. Hemos de mantener una perspectiva amplia y abierta. Nos tenemos que dar el tiempo suficiente para ir consiguiendo nuestro objetivo final, nuestra meta más elevada. Ir tanteando nuestros pequeños éxitos, ir cambiando nuestro enfoque cognitivo creando el medio de ver las cosas de manera distinta y más positiva. Lo mismo que también nos hemos de hacer "amigos del dolor y las molestias", eso que también llamamos "aprender a escuchar" nuestro cuerpo, a leer las señales que nos envía en nuestra etapa de "crecimiento" como corredores. Desarrollar propiocepción al mismo tiempo que fortaleza.

5. Nuestra progresión ha de ser gradual, progresiva, asequible, asimilable, acumulable. Como en la distancia total de la carrera, "si ves que algo te supera, divídelo en partes para poder con ello". También, nos concentramos más y ponemos mas atención en cada entrenamiento que en la carrera objetivo. Posiblemente hayamos podido oir también sobre la estrategia de dividir la carrera en tercios: "correr 1/3 con la cabeza, otro 1/3 con las piernas y el último 1/3 con el corazón" sin pensar en el total.

6. Confiamos en nosotros mismos, en nuestra capacidad, en nuestra naturaleza. Nos vamos demostrando, poco a poco, de lo que somos capaces, acumulando experiencia y aprendiendo de los errores.

7. Aprendemos a conciliar nuestra vida laboral y familiar con nuestra vida deportiva. Buscamos la implicación de los demás, sin exigencias, encajando nuestro deporte con distintas facetas de nuestra vida y nuestros intereses personales.

8. Evaluamos correctamente nuestras capacidades con los objetivos que nos marcamos, nos ponemos metas realistas, alcanzables. No nos presionamos inútilmente con aquellas que nos pueden resultar irrealizables, extremadamente difíciles. Esta es una valoración que debemos de hacer habitualmente, con mucha frecuencia, con la destreza que nos da la experiencia. Del mismo modo que buscamos igualmente la de nuestros compañeros y compañeras.

9. No nos castigamos ni victimizamos. Somos capaces de asimilar entrenamientos y carreras que están a nuestro nivel. Lo mismo que nuestros éxitos y nuestros fracasos, aprendiendo de todo ello. Sin culpabilizarnos, sin fustigarnos cuando hemos fallado o no hemos cumplido con nuestras expectativas, cuando no hemos logrado lo que nos habíamos propuesto. Somos capaces de superarlo todo, de aprender de todo.

10. Interiorizamos. Como resultado de la experiencia, tenemos una mayor confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad de lograr nuestros propósitos, sueños, ilusiones, objetivos y metas, adquiriendo un control mayor de nuestras vidas. Hacemos crecer, por tanto, nuestra autoestima, reafirmando esa autoconfianza mediante nuestra voluntad y esfuerzo. Aprendemos de nosotros mismos y de los demás, generando un intensa empatía. Nos adentramos con espíritu audaz en nuevas experiencias enriquecedoras.



 El triunfo es más interno que externo.

Nuestro cerebro es el músculo más importante, nuestra mente es fuente de la energía.

No te dejes vencer por nada. Ni por obstáculos, ni por personas negativas.

No te rindas jamás.

El reto último es descubrir, aprender de ti mismo.



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