martes, 7 de noviembre de 2017

Sakyong Mipham, CORRER Y MEDITAR. Enseñanzas para entrenar el cuerpo y la mente. (Resumen 2)


DESARROLLAR UNA BASE


Para Sakyong Mipham, "Desarrollar una base ... resultó que consistía en correr lo suficiente, sin pasarse, para llegar y cimentar la integridad de los huesos y la fortaleza de los tendones y los músculos. Esto tonificaría mi fisiología básica, de manera que estaría capacitado para correr. Se parecía mucho a los primeros pasos en meditación, en los que nos centramos en desarrollar la fortaleza."

Tenía sentido esta intención, ya que "los huesos no se anquilosan: cambian y se desarrollan constantemente. Como cuentan con vasos sanguíneos a su alrededor, gracias a la presión de correr, se tornan más duros y resistentes. De la misma manera, los tendones se acondicionan y se fortalecen y los músculos se refuerzan.
Me dijeron que desarrollar una base requiere un par de años. Eso me parecía mucho tiempo."


En este proceso de nueva habituación poniendo a tono nuestro cuerpo, Sakyong Mipham dice que "la palabra tibetana para meditación es gom. Básicamente significa acostumbrarse, familiarizarse. Así pues, la meditación es el acto de familiarizar la mente con lo que quieres que haga."

De la misma manera que con el cuerpo, "Los huesos y tendones de la mente son la atención plena y la conciencia. La atención plena es la fortaleza de la mente y la conciencia su flexibilidad. Sin estas capacidades no podemos funcionar."

"A menos que la formemos, que la entrenemos, la mente hace el esfuerzo mínimo necesario para llevar a cabo una función. En este sentido se parece al cuerpo." Esto significa acondicionamiento, un adiestramiento continuo.

"Cuando se aprende a meditar es importante contar con orientación e instrucción personal adecuada. La postura, la actitud, los obstáculos y sus antídotos, requieren de una buena preparación."

"El movimiento es beneficioso para el cuerpo, y la calma lo es para la mente. Para llevar una vida equilibrada, debemos ocuparnos y estar activos, así como profundizar y descansar. Cuando estamos en marcha -corriendo, hablando, trabajando- la mente está ocupada en un proceso del Sistema Nervioso Simpático. Si no equilibramos los procesos del S. N. Simpático con el Sistema Nervioso Parasimpático, en el que profundizamos y descansamos, acabaremos acelerados, inquietos y emocionalmente sensibles. Períodos prolongados de sobreestimulación -demasiada actividad- acaban afectando a los órganos y a la circulación sanguínea. Mentalmente podemos sentirnos embotados o ahítos."



Mantener el cuerpo tranquilo y relajar la mente mientras permanecemos centrados, como sucede en la meditación, resulta tremendamente beneficioso. Pero como no estamos acostumbrados a ese tipo de estado contemplativo, pudiera resultarnos incómodo. Es difícil cambiar los hábitos.”
(De hecho, para que nuestro cerebro se afiance en la creación de un nuevo hábito, necesita de un período de varias semanas; hace falta una disciplina en el adiestramiento, repitiéndolo a diario).

La meditación reconoce esta dificultad, y eso es lo que precisamente la meditación aborda. Al aprender a meditar, primero se nos propone la técnica de la quietud apacible (concentración, calma mental, shamatha en sánscrito o shiné en tibetano), un período de serenidad y profundización. Cuando nos sentimos cómodos con esta técnica, procedemos con una contemplación más profunda, en la que reflexionamos acerca de cómo queremos vivir nuestra vida y empezamos a cultivar hábitos mentales diferentes. En la meditación, creamos nuevos circuitos para la mente, el cerebro e incluso el corazón. Así es como se desarrolla una base.
Al meditar, al igual que al correr, nos adentramos en algo muy diferente a lo que hemos estado haciendo hasta entonces. Así que, especialmente al principio, no debemos pasarnos de la raya.” (Hemos de ser cuidadosos, por tanto, para acostumbrarnos de manera gradual, poco a poco).


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